No hace falta que me llames, yo no pretendía darte lástima. Y ahora que lo veo todo de otra forma, con ojos distintos, la verdad es que me arrepiento de haber intentado persuadirte con doscientas excusas de por medio, no me daba cuenta que no hacía falta una mentira para explicar que te quiero y que esto jamás lo había sentido por nadie, y quería que tú sintieras lo mismo hacia mí de la forma que fuese, y estaba equivocada, muy confundida, lo sé. Nadie puede obligar a nadie a querer, y la ausencia de sentimiento no me da derecho a odiarte, lo siento