Artistas opuestas.

Si te quise fue porque somos tan diferentes que la otra opción era odiarte con todas mis fuerzas. Pero Cupido no pensó en el después. No le importa si la flecha se me clava demasiado entre las costillas o si me pincha algún pulmón y me desangro. Él ya está lejos, buscando otra pareja a la que juntar aunque las diferencias entre ellos sean irreconciliables. Aunque tenga que inyectar tanta adrenalina que te pases el día sonriendo a todas horas. Aunque estar con él sea tan intenso que dé ganas de vomitar de alegría y llorar de celos. Pero si no, ¿cómo conseguiría Cupido que me enamorara de un chico como él? Y ¿ahora? Cuando todo se acaba. Cuando lo intenso y breve llega a su fin. ¿Dónde está Cupido entonces? Te quedas ahí, luchando contra los recuerdos de un amor que fue demasiado fuerte para ser normal. Luchando contra los sueños de lo que podría estar pasando ahora. De lo que sería estar con el ÉL de antes, que se quedó en otro día en otro mes y el yo de ahora. El yo que ha madurado y que ha descubierto que no sabe ser sin él. Que nunca había descubierto que era un imán hasta que perdió el polo negativo al que era atraída. Pero sin embargo, sabe que no encajan. Cosa de aristas opuestas.