Siempre junto a ti un día tu me dijiste

domingo, 26 de septiembre de 2010

dolía menos que mi adiós.


Admirarlo sin perturbar su silencio, era algo que alimentaba mis sueños y lo hacía a menudo.

Aquella tarde, bien sabía yo que sería diferente; él me regalaría un espacio más amplio en su corazón y para siempre olvidaría mis errores.

Comencé despacio a recorrer los diez metros de distancia entre su paz y mi adiós sin vuelta...

De memoria sabía cada palabra que él escucharía:

"Esperaba un momento como éste para hacerlo, esperaba esta calma y la sonrisa de tus ojos... No pienses que bajé los brazos, no. Mi lucha por tenerte ya es eterna y la llevo conmigo a donde vaya. No creas tampoco que he dejado de amarte; quizás cuando pase esa puerta, te ame aun más todavía y te haga menos daño.

Pero tengo que irme ya, dejándote como última imagen de mi vida, ésta calma alegre que hay entre los dos...

Es que más no puedo dejarte, ya que todo esto fue solo mío... sé que esto será fácil, ya que no vas a pedirme que me quede; desde tu lugar me saludarás sin llanto, como si mi adiós fuese un hasta mañana.

Es necesario que sepas que fuiste el hombre más libre y más encadenado a sí mismo que yo conocí.

No sé si esta fue la historia más bonita de amor que viví... pero nunca dudes que para mí, fue la historia de vida más importante en los años que llevo encima. Gracias por cada herida que nadie más volverá a abrir, ya que he aprendido a tu lado...

Ahora yo parto a vivir todo aquello que vos ya sufriste... No digas nada por favor, mi adiós egoísta no quiere escucharte, prefiero irme imaginando que me querés a tu lado. Prefiero creer que soñábamos lo mismo. Ya me voy, déjame por lo menos sentir hasta mañana algo de rencor... que luego te rendiré un homenaje cada día y sembraré tu palabra en los lugares donde la gente no tenga sueños...

Adiós amor mío... La rosa que mas sonreía la dejaste a los pies de mi vida y la cuidaré de aquí en mas... para devolvértela algún día. Adiós amor mío".

Su gesto no había cambiado y me escuchó por primera vez sin interrumpirme...

Mis ojos se quedaron en los suyos unos segundos... como si quisieran guardar esa imagen para siempre.

Se levantó despacio, dio un paso hacia mí... mi rostro se volvió pequeño entre sus manos; cerró sus ojos, besó mi frente y casi susurrando me dijo: "Hasta mañana mi reina" .

Mis manos sobre las suyas, mi corazón abierto con su nombre sangrando... y yo temblé otra vez... como la vez primera, cuando también hablé yo.

Su abrazo fue eterno y verdadero esa tarde...

Dio un paso atrás y volvió a formar parte de ese cuadro que yo admiraba hasta hace unos minutos...

Comenzó a esperar nuevamente, aquello que le traiga nuevas sensaciones... penas y alegrías.

Cerré la puerta fuerte, tan fuerte como para que no quede chance de volver a entrar.

Salí a la calle, todavía llovía; me despedí de mi esquina, de mi balcón... y al mirar hacia el ventanal... ahí seguía él... mirándome y dándome la última sonrisa.

Saber que nunca me amó, dolía menos que mi adiós.

Y así me fui caminando, borrando cada huella que mis pasos dejaban, para no recordar nunca el camino de regreso a casa.