Ya te dije que no es cierto, ya dijiste que tú no eres lo que digo. Nadie cree, nadie acepta. Cada quien defiende su utopía y el fantasma de la duda se abre paso en la frontera del futuro y el presente moribundo se consuela con lo poco que nos queda.
Y te quiero y me quieres, pero somos más idiotas que sensatos y aparece otro día y nos van quedando llagas incurables de esta maldita enfermedad de hablar de más.
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